Amigos espero comentarios que alguna vez sus abuelos le contaron, esas historias que no fueron escritas, no de esas que encontramos en internet, pero que son fantasticas.

Aprovechemos que algunos de ellos todavía quedan vivos, pregúntenle a sus abuelos historias y echos que sus padres le contaron a ellos, antes de que esas anécdotas queden perdidas en en el olvido.

Por favor envien a nachossj@gmail.com y construyamos la historia

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martes, 27 de noviembre de 2007

Nota publicada en el diario clarin el 25 de noviembre de 2007

La del Paraguay, llamada por Alberdi de la "Triple Infamia" (por la alianza de Argentina, Brasil y Uruguay), fue la primera guerra del Estado nacional unificado tras la derrota del interior en Pavón. Se extendió de 1865 a 1870.

La historia autodenominada "seria" nos enseñó que el Paraguay era tierra de atraso gobernada por dictadores y que lo mejor que le podía pasar al Paraguay era la cruzada civilizadora de sus vecinos . Uno de los "civilizadores", Brasil, era el último imperio esclavista de América, gobernado por una dinastía coronada. En el Paraguay no había un solo esclavo, en Brasil había dos millones.

El otro civilizador, la Argentina, estaba gobernado por un poder impuesto por el puerto al resto del país mediante la violencia . Nadie votaba libremente en la Argentina de los años sesenta del siglo XIX. La mayoría de la población no accedía a la educación elemental y estaba muy por debajo de los niveles básicos de subsistencia.

El Paraguay constituía un modesto intento por conformar un capitalismo de Estado. Comparado con los de sus poderosos vecinos, los logros del Paraguay eran notables.

Hasta 1865 el gobierno paraguayo, bajo Carlos Antonio López y su hijo Francisco Solano López, construyó astilleros, fábricas metalúrgicas, ferrocarriles y líneas telegráficas. El Paraguay era la única nación de América latina que no tenía deuda externa.

En Ibicuy se construyó una de las primeras acerías y fundiciones de América latina bajo la dirección del ingeniero inglés John William Whitehead. Se tendieron líneas telegráficas entre Asunción y Paso de la Patria, dirigidas por el ingeniero alemán Roberto von Fisher Trevenfeldt, y se construyó el ferrocarril que unía la capital con Trinidad. (1)

Desde la época de Gaspar Rodríguez de Francia, el Paraguay no se cansaba de pedirles a los "liberales" de Buenos Aires "la libertad del Río de la Plata, el Paraná, el Uruguay y el Paraguay como vías internacionales" sin obtener ningún resultado.

Al Paraguay lo fueron encerrando y así se fue consolidando un modelo proteccionista donde el Estado tomó un rol protagónico.

Nadie quería ir a pelear contra el Paraguay. Para los hombres del interior estaba claro que se trataba de una guerra fratricida. Ante la oposición generalizada, el gobierno de Mitre decidió lanzar una violenta represión y obligar a los díscolos a incorporarse al ejército como fuera. León Pomer publica en su libro sobre la guerra un recibo extendido por un herrero catamarqueño: "Recibí del gobierno de Catamarca 40 pesos bolivianos por la construcción de 200 grillos para los voluntarios (sic) catamarqueños que marchan a la guerra contra el Paraguay". (2) Así marchaban los soldados argentinos al frente, esposados, encadenados, absolutamente contra su voluntad.

Mitre había hecho un pronóstico demasiado optimista sobre la guerra: "En 24 horas en los cuarteles, en 15 días en campaña, en 3 meses en la Asunción". Lo cierto es que la guerra duró casi cinco años, le costó al país más de 500 millones de pesos y 50.000 muertos. Benefició a comerciantes y ganaderos porteños y entrerrianos cercanos al poder, que hicieron negocios abasteciendo a los ejércitos aliados.

Al pueblo paraguayo le fue quedando claro que su supervivencia dependía del resultado de la guerra, que se prolongará hasta marzo de 1870 por su heroica resistencia. Francisco Solano López con lo que quedaba de su ejército, su inseparable compañera, Elisa Lynch, y sus cuatro hijos, llegó a Cerro Corá el 14 de febrero de 1870.

Su ejército estaba compuesto mayoritariamente por niños y mujeres, y tenía el jefe de estado mayor más joven de la historia, su hijo Panchito, de sólo 14 años. Al mediodía del 1ø de marzo, las tropas brasileñas llegaron al lugar. La lucha era demasiado desigual y la batalla duró poco.

López, al frente de lo que quedaba de su heroico pueblo, fue herido de un lanzazo. Le ordenó a Panchito proteger a su madre y sus hermanos. Varios soldados se abalanzaron sobre el hombre más buscado por la Triple Alianza. Nadie quería perderse las 100.000 libras que los "civilizadores" ofrecían por la cabeza del mariscal.

El presidente paraguayo se defendió como un tigre y mató a varios de sus atacantes. El general Cámara, a cargo del pelotón atacante, lo intimó a que se rindiera y le garantizó su vida. Pero a López ya no le importaba sino su dignidad. Siguió peleando, bañado en sangre, hasta que Cámara ordenó que lo mataran. Un disparo le atravesó el corazón.

Los soldados atacaron los carruajes que trataban de huir. Panchito montó guardia frente al que ocupaban sus hermanos y su madre. Los brasileños le preguntaron si allí estaban la "querida" de López y sus bastardos. Panchito defendió el honor nacional y familiar y fue fusilado en el acto.

A Elisa Lynch le tocó dar la última batalla de esta guerra miserable. Con su enorme dignidad, descendió de su carro, cargó el cadáver de su hijo y buscó el de su marido. Cavó con sus manos una fosa y enterró los dos cuerpos y parte de su vida.

El Paraguay había quedado destrozado, diezmada su población, que pasó de unos 500.000 habitantes a 116.351 (3), de los cuales sólo el 10% eran hombres en edad de trabajar y el resto, viejos, mujeres y niños.

Alberdi hacía su propio balance de la guerra: "la destrucción de los telégrafos, de los vapores, de los ferrocarriles, del gobierno que dotó a Paraguay de esas cosas, de su población de más de un millón de habitantes, los mismos de que ha sido despoblado, libertándolo de López, que no le dejó deuda, para dejarlo en feudo o hipoteca del Brasil y del Stock Exchange (4) sus acreedores actuales por más millones de pesos fuertes que los que vale todo el Paraguay" (5).

Un documento reservado dirigido por el marqués de Caxias al emperador del Brasil nos informa que "el ge neral Mitre está resignado de lleno y sin reserva a mis órdenes; él hace cuanto yo le indico, como ha estado muy de acuerdo conmigo, en todo aun en cuanto a que los cadáveres coléricos se arrojen a las aguas del Paraná (...). El general Mitre está también convencido que deben exterminarse los restos de las fuerzas argentinas que aún le quedan, pues de ellas no divisa sino peligros para su persona". (6)

Al terminar la guerra, en un rapto de sinceridad, Mitre declaró: "En la guerra del Paraguay ha triunfado no sólo la República Argentina sino también los grandes principios del libre cambio". (7)

Felipe Pigna. Historiador

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